2 de Corintios 5: 17 De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación.

Todos hemos vivido los resultados de un conflicto o separación, cuando se crea una enemistad la relación se fractura y se interponen barreras entre las dos partes. Humanamente, experimentamos este conflicto repetidas veces, con amigos familiares o en relaciones sentimentales, pero con Dios pasa igual.

El texto que analizamos hoy en la segunda carta a los corintios nos habla de cómo nuestra vida es transformada al conocer a Jesús. También nos aclara el panorama de como su obra en la cruz, nos brindó una reconciliación plena con el Padre y qué pasa con aquellos que no le han conocido.

El conflicto 

Como bien lo dijimos si la carta de corintios habla de reconciliación es porque previamente ocurrió un conflicto y este no es otro que la introducción del pecado a la humanidad por la desobediencia. La carta a Romanos 5:10 nos presenta como enemigos de Dios y es la verdad de nuestra condición.

Somos renovados 

Este versículo introduce básicamente diciendo que, al conocer a Jesús, si hemos experimentado un arrepentimiento genuino, que es lo que representa “estar en él”, ocurrió borrón y cuenta nueva. Establece que nuestro pasado queda atrás y que somos hechos de nuevo delante del Señor.

Es como si a un criminal se le borrara su expediente por completo y rehiciera su vida en un lugar donde nadie le conoce, pero ahora con una nueva forma de pensar y actuar. Este texto presenta hasta qué punto Dios perdonó y olvidó nuestros pecados considerándonos nuevas creaciones.

Al ser nuevas criaturas también implica que nuestra forma de actuar y pensar cambia, cosas que antes no tenían importancia para nosotros ahora deben tenerla. Posiblemente, antes de conocer a Jesús no nos importaba orar, leer la biblia, sentir compasión por los demás o ayudar a otros, pero ahora sí.

El amor de Dios provoca que nuestra forma de ver la vida y las personas a nuestro alrededor cambie dejando vicios, hábitos y costumbres que en otro tiempo fueron normal, pero que ahora entendemos que no están bien. Ser nuevas criaturas es una transformación que va más allá de las palabras.

Somos reconciliados

Comúnmente cuando hay un conflicto es el ofensor quien busca reconciliarse, pero aquí ocurrió de manera distinta, la humanidad ofendió a Dios, pero es Dios mismo quien nos reconcilia con él. Dice el texto que Dios fue quien a través de Cristo nos trajo a la reconciliación.

Jesús intercedió por la humanidad, pago por la ofensa cometida por el hombre muriendo por nuestros pecados en la cruz, dejando saldada la deuda, dando como resultado el perdón. Solo por este acto es que hoy día, si alguien se arrepiente de corazón, el Padre lo perdona y restablece su relación.

Podrá parecer algo sencillo, pero el no estar en enemistad con Dios es maravilloso, ya que ahora puedes ir delante de él, en intimidad, orar y ser escuchado. Todas sus promesas son válidas para los que se han reconciliado y te da el privilegio de ser más que un amigo, porque te considera su hijo Juan 1:12.

Al no estar en pleito con él, ya no te espera un castigo en la eternidad, sino una promesa de vida eterna, en cielos nuevos y tierra nueva. Pero no solo dice que nos reconcilió, sino que dio el privilegio de hacer que otros también se reconcilien, y esto se consigue cuando le presentamos a Jesús a alguien más.

Eres especial 

Si te has reconciliado con el Señor, siéntete muy especial, ya que el mismo se dio a la tarea de buscarte para que hoy seas parte de su familia y la enemistad quede atrás junto con una vida de pecado. Sonríe, eres nueva creación hecha de sus manos y tienes en ti el poder de hacer que alguien más viva lo mismo. 

Todos los derechos reservado a APLICACIONES CRISTIANAS

compartir por messenger
compartir por Whatsapp