Juan 10:3-5

“A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.”

En este pasaje, nos encontramos con Jesús hablando en forma de parábolas, refiriéndose a sí mismo como pastor por la función que Él ejecuta en nuestras vidas. En este texto, llama la atención que Jesús menciona que sus ovejas conocen la voz del pastor, debido a que El habla a ellas y las llama por su nombre.

Esto nos indica que indudablemente, Dios habla a nuestras a vidas y constantemente llama a nuestros corazones. Sin embargo, si no lo hemos escuchado o no prestamos atención, es debido a que no estamos reconociendo su voz, lo que implica una total falta de intimidad con Él.

La familiaridad con alguien en específico nos permite que podamos reconocer la voz de esa persona, sin importar que estemos en un sitio con otros hablando. Sin duda, la voz de la persona con quien tenemos familiaridad, resaltará por encima de las demás voces.

Esto es precisamente a lo que Jesús se refiere con este pasaje, pues solo alguien con este nivel de afinidad con Jesús es capaz de reconocer su voz y seguirla. No obstante, cuando no la conocemos, es fácil seguir las voces de terceros y ser engañados, pensando que se trata de Jesús.

La pregunta es ¿Tú la reconoces? ¿Realmente la sigues?

Muchas veces nos sabemos el salmo 23 de memoria, “El Señor es mi pastor y nada me faltará”. Pero, cuando toca alguna circunstancia difícil en nuestra vida o llega el momento de tomar decisiones, es entonces cuando seguimos la voz de otros y no la de aquel de quien decimos es nuestro pastor.

Por lo general, durante estas situaciones solo acudimos a nuestras emociones, sentimientos o simplemente preferimos escuchar la voz de aquello que queremos oír. Esto es quizás porque la voz del pastor, está hablando algo que es duro para mí oír en ese momento o algo que no nos gusta demasiado.

Puede ser que esa voz te está pidiendo que renuncies a algo que te gusta hacer, o a tu orgullo y dejes a un lado lo que tú quieres para seguir lo que Él quiere. Es entonces que en ese momento, hacemos oídos sordos a la voz del pastor, solo porque no queremos reconocerla.

Esto es peligroso para nuestra vida, porque puede ser la razón por la que tomamos decisiones equivocadas y terminamos viviendo procesos o circunstancias adversas. Y, esto se pudo haberse evitado si hubieses seguido la voz del pastor y no la voz que nos dijo lo que queríamos escuchar.

Sin embargo, este es un buen tiempo para rectificar y volver a decidir escuchar la voz del pastor. Para ello, solo es necesario volver a pasar tiempo con Él. Es decir, tal y como una oveja, volviendo a postrarte a los pies de Jesús para oírle hablar.

Como sabrás, las ovejas pasan todo el día con el pastor y esto es precisamente lo que Jesús busca de nosotros. Que nos adaptemos a su presencia de la misma forma que las ovejas se adaptan incluso al aroma y los pasos del pastor en medio del rebaño

Por ello, la invitación, es que si hasta ahora, crees que te hace falta volver a estar con Jesús para reconocer su voz y familiarizarte nuevamente con El, lo hagas, ¡Él te espera con los brazos abiertos!

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