Proverbios 16:5 “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune.” Una actitud altiva de corazón es conocida como soberbia. Y esto no es más que una persona que tiene sentimiento de superioridad hacia los demás, provocando un trato distante y despectivo para otras personas. También a la hora de un problema esta actitud la lleva a actuar de manera irracional, siendo incapaz de controlarse y perdonar si aplica el caso.

Por otra parte, esta actitud está unida a la altivez, el orgullo y el ego.  Son incapaces de reconocer sus faltas, pues creen que jamás podrían equivocarse; siempre les gusta sobresalir y lograr lo que se proponen a costa de lo que sea. Son arrogantes, no pueden soportar el triunfo o los logros de otros; siempre quieren ser los primeros, no son capaces de sentir empatía ni misericordia por los demás. 

Dios detesta todas estas cosas: “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente” Proverbios 6:16-17, aunque esta lista sigue, podemos ver como Dios desprecia desde lo más profundo de su esencia todas estas cosas, pero la primera es la altivez.

No podemos decir que amamos a Dios si nuestro corazón tiene soberbia “El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco.” Proverbios 8:13 Salomón tenía esto muy claro, ya en el libro de proverbios es donde más se nos explica sobre esta mala actitud y como ofende en gran manera a Dios.

Solo Dios puede ser enaltecido

Dios aborrece todo lo que quiere igualarse a Él. Esto es más común encontrarlo en el Antiguo Testamento, por ejemplo, leemos la historia de la Torre de Babel en Génesis 11, donde personas enfermas de soberbia querían construir una torre para demostrar que podían ser iguales a Dios. Y Él al principio lo permite, pero luego confunde sus lenguas para que no pudieran continuar y demostrar su poder sobre todas las cosas.

Salmos 97:9Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra; Eres muy exaltado sobre todos los dioses.” El término excelso se refiere a que no existe nada sobre él, que su poder sobre la tierra es inminente por encima de todos los dioses. Por tal razón, una persona soberbia, consciente o inconscientemente, trata de imitar esta cualidad de Dios y es imposible.

“Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios” Ezequiel 28:2 Este rey fue amonestado por Dios debido a su soberbia. Y esta actitud lo llevó a la muerte.

El orgullo es un pecado, no una virtud

Proverbios 21:4 “Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.” Muchas personas usan el orgullo como motivación para lograr algunas cosas, para demostrar a los demás las cosas que pueden alcanzar con sus propios esfuerzos, sin reconocer que es por la misericordia de Dios que podemos lograr hacer algo. 

“He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; más el justo por su fe vivirá” Habacuc 2:4 Como personas debemos reconocer que el simple hecho de vivir es por el amor y la voluntad de Dios algunos a lo largo de su vida han renegado de esto y han traído a su vida consecuencias desastrosas debido a su pecado.

La palabra de Dios reprueba y aborrece estas acciones, las cataloga como altanería. Las personas que están sumergidas en este pecado llegan a ignorar y desconocer a Dios, se vuelven autosuficientes y creyentes en sí mismas; van por la vida actuando desenfrenadamente, y como todo lo malo en la vida, trae deshonra y quebrantamiento. Proverbios 11:2 dice “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Más con los humildes está la sabiduría.” 

El mundo nos lleva a ser arrogantes, pero debemos resistir

La gran competitividad laboral, obtención de bienes materiales, títulos académicos; todas estas cosas pueden llevar a las personas a vivir banalmente.  El apóstol Pablo hizo eco de estos mismos sentimientos en su carta a la iglesia en Filipo, diciendo en Filipenses 2:3 «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo»

Este es un gran contraste entre la naturaleza competitiva de nuestro mundo de hoy, y sin duda no deja espacio para que seamos arrogantes. Donde el mundo nos empuja a esforzarnos para llegar a la cima, independientemente del costo, y para estar orgullosos cuando lo hacemos, Jesús nos ordena ser diferentes, en Lucas 14:11 dice «Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido» 

Nuestro principal objetivo, en cualquier escenario de éxito mundano o espiritual que podamos llegar a tener, debe ser siempre para glorificar a Dios Colosenses 3:17 nos dice  “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” 

Con respecto a nuestras actitudes hacia Dios y nuestro prójimo, Dios nos da dos promesas. Que el arrogante tendrá su recompensa Isaías 13:11 “Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatirá la altivez de los fuertes” y en segundo lugar «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» Mateo 5:3

Estas afirmaciones nos dejan prevenidos sobre lo que Dios piensa y hace con estos dos tipos de conductas y nos llevan a tomar una posición sabiendo cuál será la retribución. A decir verdad, Dios bendice a los corazones sencillos, en 1 Pedro 5:5 “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: “Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes».

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