“Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana… en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él.” Salmo 130:6-7.

Las noches se hacían largas para los centinelas y vigilantes. Ellos debían estar atentos a cualquier ruido y amenaza. La noche los hacía más vulnerables y aumentaba su ansiedad. Su atención debía ser absoluta. Por eso esperaban con ansias el amanecer. Ese primer rayo de luz traía mucho alivio a sus vidas.

Así es como se sentía el escritor de este Salmo. Desde el primer versículo podemos notar la situación de angustia en la que se encontraba. Dice: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”. En el lenguaje retórico de los salmos, cuando alguien se sentía en angustia, tristeza profunda, depresión, temor paralizante, lo expresaba usando la frase “en lo profundo”.

Seguramente nos hemos sentido como el salmista en alguna oportunidad. El tiempo que transcurre desde el momento en que elevamos nuestro clamor a Dios y su respuesta, nos puede parecer una eternidad. Podemos sentirnos como los vigías, rodeados de oscuridad y deseando ver pronto ese primer rayo de luz.

Déjame decirte que pronto llegará el amanecer. La respuesta está en camino. No desesperes, siempre habrá un nuevo amanecer. Él sabe lo que necesitas y es el único que puede disipar la más densa oscuridad y devolverte la esperanza.

El centinela no dudaba que la mañana llegaría, solo vigilaba su llegada diligentemente. Aunque a nuestro alrededor todo parezca seguir oscuro, pronto amanecerá. “…mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” (Isaías 60:2).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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